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MERCÁN.- Alejandro Lerroux.
VEGAS.- ¿Lerroux? ¿El de Acción Republicana? ¡Pero si ese hombre
es un estruendo!
MERCÁN.-Sí.
VEGAS.- Lo suyo es política de matón.
MERCÁN.- Cierto.
QUINTANAR.-No hay duda de que es un tragacuras. No deja de
atacar a la Iglesia
VEGAS.- Y a la propiedad privada ...
MERCÁN.- (Asiente cada vez más divertido.) ¡Y al Ejército!
VEGAS.- ¡Exhorta a la masa obrera a matar y morir!
MERCÁN.- Eso es bueno.
VEGAS.- Es un radical. Peor que eso: un incendiario. ¡Un demente!
MERCÁN.- Exacto, es todo eso y más, lo que significa que no es nada
concreto. Gritando «contra todo y contra todos» se atraerá a los
resentidos, es decir a la mayoría de españoles.
VEGAS.- ¿Se le puede comprar?
MERCÁN.- Sí, pero no nos interesa. Apoyemos sus ideas: crearán el
clima de enfrentamiento que nos conviene. Le criticaremos todos los
días en nuestros diarios para darle fama. Cuando alcance el poder se
quemará con su propio fuego. Pero ya habremos evitado que otros
revolucionarios más sensatos lleguen al gobierno.
VEGAS.- Lerroux sólo no tiene bastantes seguidores.
MERCÁN.- Se los daremos. La CEDA tiene un millón de afiliaciones
y más de cien diputados.
VEGAS.- ¿Y aceptará Lerroux el apoyo de las derechas?
(MERCÁN y QUINTANAR ríen. Luego tosen como pidiendo
excusas.)
QUINTANAR.- No conozco a nadie que rechace el poder, aunque se
lo deba al diablo.
MERCÁN.- Le daremos el poder y nos quedaremos con su alma.
(Se dan la mano. QUINTANAR, VEGAS y los otros, salen.
MERCÁN pone música y luego sonríe. Hay un cambio de luz y las
puertas de la cárcel se abren. Lentamente MERCÁN sale de su celda y
pasa al espacio escénico de su despacho.)
(Noviembre de 1934.