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(Al LADRÓN le sorprende la frialdad de MERCÁN y aborrasca su
ceño.)
LADRÓN.- La sort...
(Va a pedirle la sortija, pero antes de hacerlo, MERCÁN se la ofrece.)
¿Qué eres?
MERCÁN.- Ladrón, como tú, pero a gran escala.
LADRÓN.- Al menos lo reconoces. Pero no es lo mismo.
Yo me juego la vida. ¡Los gemelos, quítatelos!
MERCÁN.- Trabaja para mí. Asumirás el mismo riesgo, pero cobrarás
cien veces más.
LADRÓN.- (Escéptico.) ¿Cuál sería mi trabajo?
MERCÁN.- El mismo que haces ahora: robar a todos excepto a mí.
LADRÓN.- ¿Sólo robar?
MERCÁN.- ¿Harías algo más, si el precio lo valiera?
LADRÓN.- No tengo nada que perder.
MERCÁN.- Entonces, ¿aceptas?
LADRÓN.- Quizás.
(El LADRÓN coge los gemelos que MERCÁN se ha quitado con
premeditada lentitud.)
MERCÁN.- Te querré al alcance de mi voz, pero nunca a la de la
vista.