59
IRENE.- Estoy cansada.
NURIA.- Por favor, es importante.
IRENE.- Está bien. Dime.
NURIA.- Tú y yo deberíamos unimos.
IRENE.- ¿Contra quién?
NURIA.- Contra nadie. Unidas. ¡Somos cuñadas!
IRENE.- Las cuñadas se odian: es la tradición.
(Inicia su salida.)
NURIA.- Tenemos mucho en común.
(IRENE se vuelve furiosa.)
IRENE.- ¡Te equivocas! ¡Yo quiero a mi hermano y tú, no! ¡Yo no
quiero a mi padre y tú, sí! ¡Y el resto de la familia ni te interesa!
NURIA.- ¡Yo no quiero a tu padre!
IRENE.- Quieres lo mejor de él: su dinero.
NURIA.- ¿Y tú no?
IRENE.-No.
NURIA.- ¿Tampoco te importa que tu padre pueda arruinarse con sus
politiqueos?
IRENE.- Gracias a ellos se ha hecho rico.
NURIA.- Creo que puedo conseguir unos papeles comprometedores.
(IRENE, por primera vez, se interesa por la conversación e
inconscientemente mira hacia las estancias anexas, cerciorándose de
que no hay nadie escuchando.)
IRENE.- ¿Comprometedores para quién?
NURIA.- Lo sabré mañana. Pero se trata de pruebas contra ministros
que a tu padre no le interesa que se hagan públicos ahora.
(IRENE pone en sus ojos un mensaje de peligro.)
IRENE.- No te metas en los asuntos de mi padre.
NURIA.- Son documentos que podrían...
IRENE.- ¡No te metas en los asuntos de mi padre!
NURIA.- Son asuntos de Luis, también.
IRENE.- Luis es feliz pintando en su taller. Allí se olvida de todos
nosotros. ¿Todavía no lo has comprendido?
NURIA.- No pienses en mí, si no quieres. Piensa en tu madre y en
Anita. Si tu padre se arruina, ¿qué será de ellas? ¿Vas a mantenerlas
con tu sueldo de maestra? ¿O lo hará mi marido vendiendo los cuadros
que nunca termina?
(IRENE pasea confusa.)