17
(NURIA mira fijamente a su suegro y se estremece, no sabe si por
miedo o placer.)
NURIA.- (Irónica.) ¿Y Jorge es corno usted?
MERCÁN.- Sí.
NURIA.- ¿Despiadado?
MERCÁN.- Sí.
NURIA.- ¿Maquinador?
MERCÁN.- Sí.
NURIA.- ¿Vengativo?
MERCÁN.- Sí, sí, Jorge es todo eso... y quizás más.
NURIA.- ¿Y pone en sus manos parte de su fortuna para que se la
lleve a París? ¿No tiene usted miedo?
(NURIA se acerca más de lo debido a MERCÁN.)
MERCÁN.- No le tengo miedo a Jorge, pero a ti, sí.
(Ella aguanta la mirada y no retrocede.
Entra la esposa de MERCÁN. NURIA se separa y sale. MERCÁN, sin
inmutarse, mira a su mujer.)
Me miras, me miras, pero nunca me dices nada... o quizás me dices
demasiado. A vísame cuando esté la cena. Y dile a Anita que baje a
verme.
(La mujer se va. MERCÁN va a encender el cigarro, pero antes lo
huele y con un mohín de desagrado, lo arroja sobre la mesa, luego
coge otro y lo enciende, como siempre, con parsimonia y delectación.
Va a la ventana que da a la calle y mira al exterior. Tras comprobar
que la vigilancia continúa, enciende una lámpara y va sentarse en el