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IRENE.-... mientras esté en esta casa, todos somos menores de edad,
también lo sé.
MERCÁN.- Sólo pido obediencia y respeto.
IRENE.- Eso es contradictorio, como pedir obediencia y amor. El
amor se da, no se exige; por eso es amor.
(Llega ANA corriendo. La jovencita tiene quince años, pero su
comportamiento es mucho más aniñado. También sus ropas-lazos y
puntillas-son inapropiadas para su edad. Antes de que ANA se arroje
en los brazos de su padre, IRENE le da un beso.)
ANA.- Hola Irene.
IRENE.- Buenas noches, Anita.
(La detiene.)
¿Te gusta vestir así?
MERCÁN.- ¡Anita!
ANA.- (A IRENE.) ¿Qué? No sé. Mamá me viste. ¡Papá!
(La joven abraza a su padre.)
MERCÁN.- Mi cielo, cuéntame. ¿Qué has hecho hoy?
(ANA ríe bobonamente y no contesta.)
ANA.- ¿Qué hora es, papá?
(Busca el reloj en el chaleco de su padre.)
MERCÁN.- Mañana te lo diré.
ANA.- Quiero oír la música.