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MERCÁN.- ¡Y no eres el único que ha caído en ella, estúpido!
JORGE.- Padre...
(El secreta río le da a MERCÁN unos sobres y éste se los pasa a
JORGE.)
MERCÁN.- Te irás a París.
JORGE.- ¿A París?
MERCÁN.- A París. Irás a París para relacionarte con grupos
republicanos de allí.
JORGE.- ¿Republicanos?
MERCÁN.- ¡Republicanos, republicanos!. ¿Estás sordo o es que no
entiendes lo que digo?
JORGE.- ¿Y qué tendré que hacer?
MERCÁN.- Unirte a ellos.
JORGE.- No me aceptarán.
MERCÁN.- Si les dices que los documentos del escándalo del
estraperlo los ha dado tú a la prensa, seguro que sí. Serás un héroe,
Jorgito. También les proveerás de fondos, sin decirles todavía de
dónde procede el dinero.
JORGE.- ¿Pero por qué?
MERCÁN.- Si aquí fracasa el golpe dirás que yo apoyaba
secretamente a la República.
JORGE.- ¿Y se lo creerán?
MERCÁN.- Querrán creérselo: me prefieren como amigo.
JORGE.- Lo de París es una excusa, ¿verdad? Me quieres lejos de ti.
¿No hay otra opción?
MERCÁN.- Sí, pero la rechacé. Después de todo eres mi hijo.
JORGE.- (Implorante.) Si me dieras otra oportunidad, yo te aseguro...
MERCÁN.- (Cortante.) Acuéstate con todas las putitas francesas que
quieras, pero no dejes preñada a ninguna de ellas.
(JORGE cree que ha terminado la conversación y hace ademán de
marcharse.)
Una última cosa, Jorge.
JORGE.- ¿Sí, padre?
MERCÁN.- Antes de irte a París dile a tu cuñada que quieres verla en
el taller de Luis, por la tarde.
JORGE.- (Mirando el billete.) ¿Por la tarde? Pero si yo me voy por la
mañana a París.
MERCÁN.- Tú cítala por la tarde.