68
JORGE.- ¿Qué vas a hacer?
MERCÁN.- ¡¿Qué harías tú?!
(JORGE calla y sale.)
VILLANUEVA.- Ya está aquí Mateo.
MERCÁN.- Que pase.
(Entra MATEO. El secretario los deja solos.)
MATEO.- Señor Mercán... Lo de vigilar a su hija...
MERCÁN.- Eso ya no importa ahora.
MATEO.- ¿Por qué me ha llamado, entonces?
MERCÁN.- Hay alguien que desea perjudicarme.
MATEO.- Y no quiere que lo vuelva a hacer.
MERCÁN.- Nunca más.
MATEO.- ¿Accidente, desaparición, atentado...?
MERCÁN.- Hay mucha violencia callejera.
MATEO.- ¿En una manifestación?
MERCÁN.- No politicemos.
MATEO.- Un robo, entonces. ¿Quién es?
MERCÁN.- Nuria, la mujer de mi hijo Luis.
(MATEO tuerce el gesto y agacha la cabeza.)
MATEO.- No mato mujeres.
MERCÁN.- ¿Cómo has dicho?
(MATEO le mira fijamente. Su voz no tiembla.)
MATEO.- No mato mujeres.
MERCÁN.- Dijiste que no tenías nada que perder. (Señalando sus
ropas.) Pero ya veo que ahora sí tienes.
MATEO.- Incendio conventos; reviento huelgas o las provoco, según
los intereses de usted; doy palizas; rompo piernas; pongo bombas;
mato hombres. No mato mujeres.
(Hay tensión en el silencio.)
MERCÁN.- Te llamaré.
MATEO.- (Inexpresivo.) Señor Mercán...
MERCÁN.- Adiós.
(Sale MATEO y entra por la otra puerta el Secretario.)
VILLANUEVA.- ¿Llamo al sustituto de Morral?
MERCÁN.- ¿Tenías pegada la oreja a la puerta del despacho?
VILLANUEVA.- Como siempre, señor Mercán.
(Julio de 1936.