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IRENE.- ¡Más, más! Me gusta cómo gritas consignas. Pareces San
Jorge matando dragones.
MATEO.- ¡Muera la monarquía! ¡Viva el proletariado!
IRENE.- ¡Los dragones son nuestra desgracia y hay que matarlos!
Con su fuego arrasan la vida. ¡Muerte a los dragones!
MATEO.- ¡Mueran los dragones y viva la solidaridad obrera!
(IRENE, enloquecida, arroja panfletos al aire.)
IRENE.- ¡Así, así! ¡A las armas!
MATEO.- ¡Viva la república de los trabajadores!
IRENE.- ¡Al paredón!
MATEO.- ¡Mueran las testas coronadas!
(MATEO recurre a los panfletos cuando no se le ocurren nuevas
consignas. Su excitación sexual y al mismo tiempo el intento de
lectura, resulta cómico.)
MATEO.- «Ni un niño sin escuela, ni una escuela sin maestro».
IRENE.- ¡Abajo el muermo eclesiástico!
MATEO.- «Manifestación a las siete de la tarde en la Plaza Mayor».
IRENE.- ¡Muérdeme, «parvenu», muérdeme!
MATEO.- ¡Las putas burguesas al paredón!
IRENE.- ¡Al paredón, no; contra el suelo! ¡Más fuerte, incendiario!
¡Más fuerte! ¡Mueran los dragones!
(Toda la imprenta parece embrujada por la febrilidad de los amantes
que ruedan entrelazados. Caen por todas partes panfletos movidos en